La tradición que heredó de su apellido lo considera un privilegio y no un peso negativo. Su abuelo, Raúl Pina Arellano Vázquez integró al equipo de Chivas que conquistó seis de los ocho títulos de Liga que dieron origen al mote del Campeonísimo. Y su padre, Omar formó parte del noveno campeonato que se obtuvo en la temporada 1986-87.
Ahora, Omar Arellano Riverón, el tercero de la dinastía, comprende de manera automática el compromiso que tiene desde nacimiento.
El medio volante derecho llegó al Guadalajara en el torneo pasado proveniente del Pachuca, y tras un buen inicio tuvo un sensible declive futbolístico con la salida del técnico José Manuel de la Torre, quien lo utilizaba de titular, mientras que el sucesor, Efraín Flores lo empleó de relevo.
A Omar le quedan seis meses de contrato, y tiene el deseo de mejorar para que la directiva del Guadalajara haga efectiva la opción de compra al Pachuca.
“Quiero permanecer aquí, y hacer historia para igualar a mis antecesores”, indica el jugador de 20 años de edad.
En la campaña anterior, Arellano sólo estuvo en 16 de los 21 partidos que disputó el Rebaño, y sumó 598 minutos en la cancha.
El reto para este 2008 es superar esos números y demostrar que el apellido no le queda grande.
“Es un compromiso extra por mi abuelo y mi padre. No me resta más que respetar esa tradición y el legado que me han dejado, hacerlo lo mejor posible por ellos, por toda mi familia y por mí”.
Pero aclara que no siente una carga sobre sus hombros por la exigencia que tiene en lo personal. Lo único que le duele es que el primero de la dinastía no está presente para verlo.
“Al contrario, me motiva, desafortunadamente mi abuelo no está vivo, mi padre sí, pero es una presión que me da ese extra para hacer bien las cosas”, concluyó el atacante rojiblanco.
Mis globulos no son rojos y blancos por cuestiones biológicas, sino porque lo rojiblanco lo llevo hasta en la sangre...
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