Chivitas abandonadas

Pensé que jamás vería un partido de las Chivas en el estadio Jalisco con sólo 5 mil aficionados en la tribuna. Por un momento, el equipo más popular de México evocó las épocas trágicas del Necaxa en el Azteca, o peor, un partido de los Tecos en el 3 de marzo.

Durante años, el Guadalajara ha sido el único que peleaba en promedio de entradas a su estadio contra Tigres y Rayados, que en Monterrey son religión y llevan gente a la cancha estén bien, mal, regular o en el caso de los universitarios, hasta en Primera A.

La paciencia de los aficionados chivas está alcanzado su límite muy rápido. Apenas hace cinco meses fueron superlíderes y grandes candidatos al título. Como siempre, las tribunas estuvieron siempre a más de un sesenta o setenta por ciento. En este momento hay una gran desilusión, una sensación de pérdida que se suma a que el equipo no juega nada bien en la cancha.

Las Chivas se quedaron sin figuras. Depender de Jonny Magallón es muy poco. Pasaron los mejores años de Alberto Medina y Ramón Morales. Sergio Santana jamás ha emocionado a nadie y Gonzalo Pineda quedó muy mal parado con su frustrado traspaso al Atlante.

Ahora sí, Vergara se equivocó. Creyó demasiado en sus fuerzas básicas. Una apuesta que en teoría no sonaba mal. Pero el público se la está cobrando. Los aficionados del Guadalajara pueden estar en discurso a favor de que su club se convierta en el mejor semillero del futbol mexicano, pero la verdad es que no quieren, ni están acostumbrados, a ser el Atlas. Quieren figuras, quieren ver al mejor equipo de México. Es un choque cultural. Veremos si los aficionados se acostumbran o si Vergara no aguanta la presión y regresa a sus épocas de comprador compulsivo.





Mis globulos no son rojos y blancos por cuestiones biológicas, sino porque lo rojiblanco lo llevo hasta en la sangre...