Monday, November 8, 2010

"Filosofía Chiva"

A propósito por Jaime García Elías

Cuando el actual dueño y señor de los destinos del Guadalajara se pronuncia, en recientes declaraciones periodísticas, porque los simpatizantes del "Rebaño Sagrado" se conviertan en "apoyadores del equipo en las buenas y en las malas", sólo consigue --sin proponérselo, seguramente-- dar la razón a quienes lo consideran, a despecho de su calidad de propietario de la franquicia, un intruso en la institución.
Cuando recomienda a los "Chivas... y qué", acompañar al equipo de sus amores en fases como la actual, avaras en alegrías, pródigas en frustraciones, y que "tengan paciencia" ante los números que hablan, reiterativamente,  más de mediocridad que de grandeza, queda claro que la respuesta sólo puede ser la que consignaban los carteros de antaño en aquellas cartas que regresaban a manos de su remitente: "Destinatario desconocido".
Cuando pone como modelos a seguir a los simpatizantes de Tigres y Monterrey (que se precian de integrar "la mejor afición de México"), y aun a los del Atlas --su adversario deportivo por antonomasia--, que hacen gala de fidelidad al equipo tanto en las duras (que son la regla) como en las maduras (que son la excepción), lo mismo: el audaz empresario que encontró la manera de convertirse en dueño de la marca registrada a la que debe, en gran medida, su celebridad actual, denota su desconocimiento de la verdadera "filosofía Chiva".



Es cierto que el Guadalajara fue, desde sus orígenes en el futbol, un fenómeno social. Lo fue por la enorme carga simbólica que lleva el nombre de la ciudad como sinónimo de mexicanidad. Lo fue por la simpatía generalizada con que el público acogió su opción (ocasional e infructuosamente imitada por otros equipos) por integrar sus alineaciones exclusivamente con jugadores mexicanos...
Sin embargo, el "boom" del Guadalajara, el factor que lo consagró, en un lapso relativamente breve, cuando el futbol profesional en México era muy joven aún, fue el éxito deportivo del proyecto: no el primero de sus títulos, sino la serie de conquistas que le valieron el mote de "Campeonísimo".



Desde entonces, los dirigentes que había tenido el Guadalajara habían entendido la lección: la simpatía de los aficionados no se gana regañando a los que le dan la espalda cuando lo ven flaquear... La entrega de los simpatizantes del "Rebaño" se gana esforzándose por dotar al equipo de un plantel capaz de estar a la altura de su prestigio. Punto.

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