Ventaja mínima, pero ventaja al fin. Nadie sabe si al Guadalajara le alcanzará en Cancún con este pinchurriento gol, como suele decir su dueño, pero la exhibición de ambos equipos anoche, ahí queda, en el vértigo del ida y vuelta y en el constante grito delirante de la afición.
A la par de la tormenta que se desató en la zona norte de Guadalajara, otro vendaval se desató en la cancha del Jalisco, y es que Chivas fue un equipo intenso en los primeros 45 minutos. Tan intenso que careció de idea, pues todo era apretar, morder y acelerar. Atlante, que como el rival, fue una de las mejores defensivas del torneo, aprovechó y esperó en su último cuarto de cancha, sin desesperar y a la espera de la jugada que sorprendiera a Chivas.
A los cinco minutos Giancarlo Maldonado sacudió el travesaño con un disparo que salió de su pierna zurda. Atlante no volvió a llegar en la primera mitad.
Chivas, pese a la insistencia por las bandas, tuvo sólo una clara, al minuto 21, cuando Alberto Medina desbordó por la banda izquierda, pero metió una diagonal corta para Bravo y larga para Sergio Ávila, quien apenas y alcanzó a patear por encima de la portería. Pese a la lluvia, el juego fue un dechado de virtudes tácticas de ambos equipos, pero se fueron al descanso empatados 0-0.
Para el complemento, la única tormenta fue en la cancha. Chivas volvió a imponer condiciones y la velocidad por las bandas fue veneno puro.
Mis globulos no son rojos y blancos por cuestiones biológicas, sino porque lo rojiblanco lo llevo hasta en la sangre...
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