Para reconocer que el "Chicharito" Hernández --¡y sus goles, sobre todo...!-- hace falta el Guadalajara, como lo hizo el técnico José Luis Real cuando se lo preguntaron, no había necesidad de dar fe, aunque fuera a la distancia, por medio de la televisión, de la contribución de Javier al triunfo del Manchester United, en la jornada dominical del futbol inglés, sobre el Stoke City...
Para calibrar el peso específico de Javier en la productividad de las "Chivas", basta y sobra con comparar el rol que desempeñaba en el "Rebaño" y en la competencia doméstica cuando el hoy ausente estaba en la alineación, con los resultados que el equipo más popular de México ha coleccionado desde que los dirigentes del Manchester United se percataron de que en estos dilatados territorios había un jugador que con inusitada frecuencia aportaba destellos luminosos: claros indicios de que el futbol mexicano le quedaba grande.
Que el "Chicharito" emigrara, era inevitable. El fenómeno de la globalización, incluyente, no podía hacer una excepción con la industria del futbol. Y lo que pasó con Javier sería lo mismo que hubiera pasado con Landín --hoy por hoy perdido en la banca del Atlante--, por ejemplo..., o lo que sucederá con Javier Orozco si vuelve a ser, en beneficio del Cruz Azul, lo que prometía ser en las primeras jornadas de esta campaña. (Total, si los dirigentes del Manchester United no tienen empacho en vender camisetas con el apodo del "Chicharito" en los dorsales, el Bayern Munich o el Real Madrid tampoco lo tendrían en vender las suyas con el del "Chuletita", si el prospecto cementero hiciera merecimientos para dar el salto a cualquiera de esas instituciones).
La tragicomedia del Guadalajara consiste, en el aspecto amable, en el prestigio de que su cantera aportara un jugador sobresaliente, con calidad de exportación; en el otro, en el riesgo de comprobar que el "Chicharito" Hernández fue un garbanzo de a libra; un mirlo blanco que surgió casi por generación espontánea, y no necesariamente la consecuencia lógica de un trabajo metódico, realizado en las fuerzas básicas de la institución.
La prueba está en que nadie --ni Arellano, con tanto futuro que parecía tener, ni Bravo, con tanto pasado como tiene...-- ha sido capaz de llenar el hueco que Javier dejó en el equipo, con una sola temporada de haberse desempeñado como titular.
Para calibrar el peso específico de Javier en la productividad de las "Chivas", basta y sobra con comparar el rol que desempeñaba en el "Rebaño" y en la competencia doméstica cuando el hoy ausente estaba en la alineación, con los resultados que el equipo más popular de México ha coleccionado desde que los dirigentes del Manchester United se percataron de que en estos dilatados territorios había un jugador que con inusitada frecuencia aportaba destellos luminosos: claros indicios de que el futbol mexicano le quedaba grande.
Que el "Chicharito" emigrara, era inevitable. El fenómeno de la globalización, incluyente, no podía hacer una excepción con la industria del futbol. Y lo que pasó con Javier sería lo mismo que hubiera pasado con Landín --hoy por hoy perdido en la banca del Atlante--, por ejemplo..., o lo que sucederá con Javier Orozco si vuelve a ser, en beneficio del Cruz Azul, lo que prometía ser en las primeras jornadas de esta campaña. (Total, si los dirigentes del Manchester United no tienen empacho en vender camisetas con el apodo del "Chicharito" en los dorsales, el Bayern Munich o el Real Madrid tampoco lo tendrían en vender las suyas con el del "Chuletita", si el prospecto cementero hiciera merecimientos para dar el salto a cualquiera de esas instituciones).
La tragicomedia del Guadalajara consiste, en el aspecto amable, en el prestigio de que su cantera aportara un jugador sobresaliente, con calidad de exportación; en el otro, en el riesgo de comprobar que el "Chicharito" Hernández fue un garbanzo de a libra; un mirlo blanco que surgió casi por generación espontánea, y no necesariamente la consecuencia lógica de un trabajo metódico, realizado en las fuerzas básicas de la institución.
La prueba está en que nadie --ni Arellano, con tanto futuro que parecía tener, ni Bravo, con tanto pasado como tiene...-- ha sido capaz de llenar el hueco que Javier dejó en el equipo, con una sola temporada de haberse desempeñado como titular.
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